En los estudios de género, charlas, artículos, ponencias y diferentes actividades que se realizan con perspectiva de género, se emplean a veces términos que conviene aclarar, pues no siempre son tan obvios, ni claros para todas las personas que los escuchan por primera vez. Por este motivo, hoy hablaremos del techo de cristal.
¿Qué es el techo de cristal?
Se suele utilizar el término techo de cristal para referirnos a la limitación del ascenso y crecimiento profesional de las mujeres en el seno de las diferentes organizaciones. Dicho de otro modo, es un techo que limita sus carreras profesionales, y que, se vale de mecanismos indirectos para perpetuar las desigualdades de las mujeres, siendo difícil de traspasar y que nos impide seguir avanzando. Se suele decir que es invisible porque no existen leyes ni dispositivos sociales que regulen para impedir que existan estas limitaciones explícitas en el desarrollo profesional de las mujeres.
El término fue utilizado por primera vez en 1986, en un artículo del Wall Street Journal donde se describían las barreras invisibles a las que se tienen que enfrentar las mujeres laboralmente y que les impide avanzar en las jerarquías empresariales, a pesar de dichas empresas contaran con mujeres cualificadas entre su personal.
¿Por qué es tan difícil de detectar?
Como mencionábamos anteriormente, se ha elegido un techo de cristal para señalar que es invisible, que no resulta sencillo de detectar, porque los motivos se justifican bajo otros muchos factores. Estos son algunos:
Embarazo y Maternidad:
Este es una de las grandes razones por las que las mujeres no consiguen promocionar profesionalmente, ya que el embarazo y la maternidad exige actualmente (desde un punto de vista social) mucha dedicación de la madre. Esto es, muchas mujeres, bien por obligación, Porque la persona con la que tendrían que compartirlo, el progenitor, no comparte las tareas de cuidado del hijo o de la hija, bien por convencimiento propio (esto es muy discutible, ya que las elecciones personales, se basan siempre en una educación que está influida por unos valores sociales determinados), piden una reducción de jornada. En el sistema capitalista esto es sinónimo de priorizar tu vida personal, y por lo tanto una de las mayores trabas para acceder a puestos de dirección.
Horas extras:
Para demostrar que una persona está realmente comprometida con su trabajo, a veces no solo basta con cumplir con los objetivos, sino que hay que hacer algunas horas extras. Bien se quedándote a terminar un informe para mañana a primera hora, bien sea para salir a jugar al fútbol o de cañas con los compañeros y los jefes después del trabajo, a menudo, las promociones no solo se consiguen cumpliendo con lo que se espera de ti.
Lamentablemente, hoy en día las tareas de cuidados y los trabajos del hogar siguen siendo responsabilidad de las mujeres en la mayoría de los casos. En el estudio que lanzaban el Club de las Malas Madres en febrero, se decía que “la mujer también es la principal responsable de las tareas no visibles ni cuantificables del hogar en el 54% de los casos, frente al 17% de los hombres. Además, en aquellos hogares donde las mujeres aportan la misma cantidad que sus parejas a la economía familiar, el 45% de las mujeres asume la responsabilidad en las tareas doméstico-familiares, frente al 9% de sus parejas.”
Está claro que, si somos parte de unos de esos dos porcentajes mayoritarios, será mucho más difícil echar horas extras o incluso participar en las diferentes actividades fuera del horario de trabajo.
Otros motivos:
Además de lo mencionado en los puntos anteriores, las mujeres también tenemos que luchar muchas veces contra los juicios de valor que juegan en nuestra contra. Para los hombres, el espíritu emprendedor, el coraje y la tenacidad son cualidades que se trabajan socialmente desde la más tierna infancia y en la mayor parte de los casos. Mientras que a nosotras se nos pone mucho más en cuestión a la hora de demostrar las mismas cualidades. Por otro lado, el sistema capitalista, ha relegado las tareas y concepciones tradicionalmente relacionadas con lo femenino al ámbito doméstico y gratuito, por lo que cuando nos encontramos en una esfera pública, es habitual que nos cuestionemos y limitemos personalmente.
Esto solo son algunos ejemplos puntuales de porqué las mujeres se tienen que enfrentar a este techo de cristal, pero la lista es larga y como vemos la mano del patriarcado tiene muchas garras por lo que hay que estar muy atentas e intentar combatirla en todos los ámbitos. Y demandar políticas feministas que garanticen la eliminación de aquellos elementos que, directa o indirectamente siguen haciendo que no podamos llegar a donde podamos y a donde queramos profesional y laboralmente, por el hecho de ser mujeres.
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