Un día más, nos tenemos que encontrar en la calle. Un día más la justicia se pone de espaldas a la víctima.

Nos argumentan constantemente que vivimos en un Estado garante de derechos, pero es evidente que se garantizan los derechos de estos depredadores sexuales a los que nos estamos refiriendo. Vivimos en un país donde la Justicia no mira a las mujeres, no escucha a la ciudadanía y no es garante de los derechos de la víctima. Y nos lo demuestran casi a diario con sentencias donde, en ocasiones, la cuestionada y castigada es la mujer víctima. Los argumentos jurídicos, expresados por doctos profesionales, son en ocasiones contradictorios. Por ejemplo: ¿por qué estos señores quedan en libertad con una fianza de 6.000 euros y a otros presos que no tienen ni siquiera condena no se les concede? Puede ser la respuesta que el delito de abuso (violación) es menos importante, no ha sido tan grave para los intereses del Estado.

Las mujeres somos Estado, como los demás ciudadanos. Y lo que evidencia esto es que nuestros derechos no son reconocidos. Da igual lo que pongan los “papeles”, da igual lo nos digan los políticos. Esta Justicia sigue teniendo sus pilares fundamentales en la estructura del pensamiento patriarcal y por ello sigue considerando a las mujeres ciudadanas de segundo orden. Si no fuera así, ante unos hechos de este calibre y con una sentencia –que para nosotras no es la más justa, pero sí tiene una condena de nueve años-, no se puede después dejar a estos agresores en libertad.

Algo está fallando, y ese fallo nos convierte a las mujeres en dobles víctimas. Por un lado de los delincuentes sexuales, a los que “les sale muy barato agredir a las mujeres”, y por otro como ciudadanas. Ciudadanas que no son escuchadas, no son tenidas en mente a la hora de garantizar sus derechos.

Para nosotras las mujeres, esto va a continuar en la calle, nos tendrán en ella todos los días. Estaremos en las puertas de los juzgados, en los parlamentos, donde haga falta hasta que consigamos que ninguna mujer más, que ninguna víctima más de estos delincuentes, se sienta menospreciada, insultada y agredida por una Justicia que no escucha a sus ciudadanos, que nos condena a las víctimas supervivientes con la misma categoría social que a estos agresores.

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