EL MUNDO

LAURA JURADO Palma

31/08/2015

  • La Unidad de Valoración registra un aumento de casos; 114 sólo en el primer semestre
  • En 2014 quedaron 30 casos en espera sin poder ser analizados, ninguno de riesgo

«Es la eterna pregunta: ¿Aumentan los casos registrados porque se conoce más el servicio o porque se está disparando este tipo de agresiones?», reconoce uno de los dos únicos técnicos con los que cuenta la Unidad de Valoración de Abusos Sexuales en la Infancia (UVASI). Desde que el departamento abriera sus puertas en 2009, la estadística crece año tras año. En el primer semestre del presente, ya llevan un 8,5% más de casos analizados que en el mismo periodo del año anterior. Pero no su personal. En 2014 cerraron su memoria con 30 casos en lista de espera. Ninguno, gracias a ellos, con situación de riesgo.

La regla de tres les sale a cerca de 100 casos anuales por profesional. Ese fatídico 2014 en que no dieron abasto, la memoria oficial indicaba 163 abusos evaluados. En ningún sitio figuraban esos 30 que quedaron en el limbo por falta de recursos. «Y estamos hablando de un tipo de agresión muy grave y de valoraciones que pueden suponer condenas o absoluciones de los supuestos agresores», intentan concienciar desde esta área dependiente del IMAS. El año pasado, su labor incluyó la asistencia y declaración en 25 juicios y se resolvieron otros 12 con sentencias condenatorias.

Sea porque existe mayor conciencia o por una reproducción de estas agresiones, el desbordamiento de la Unidad es continuo. «Este año batiremos récords», avanzan. La lista de espera para evaluar abusos les obligó a establecer un criterio que diera prioridad a las víctimas con discapacidad, de edad muy temprana o expuestas a riesgo o contacto con el supuesto agresor. «Ninguno de los que se quedó en cola estuvo en peligro», aseguran.

La UVASI surgió como un intento de evitar los sucesivos «filtros» y profesionales por los que pasaba una víctima de abuso sexual infantil. «Principalmente por dos motivos: para evitar la revictimización y que el testimonio se contamine y pierda garantías en todas esas fases». La vía documental -con las sospechas de colegios u otros profesionales en contacto con el menor- es hoy más frecuente que la atención por urgencia o la denuncia ante Policía o Guardia Civil.

Su función tiene dos caminos: la investigación de los casos que llegan sin testimonio (40,4% en el último año) o la de analizar la credibilidad cuando sí existe relato de la víctima (59,6%). Dos duras tareas que incluyen entrevistas con padres o tutores, la observación del menor en su entorno, el estudio de las exploraciones en el hospital si las hubiera y la grabación del testimonio de la víctima para poder servir de prueba en caso de juicio. Sus informes llegan también a Fiscalía de Menores y a los juzgados.

«No hay indicadores concretos. No se puede decir que una conducta más sexualizada o una mayor agresividad prueben algo, porque no siempre es así», aclaran. El año pasado, de los 97 casos de credibilidad analizados, confirmaron 53. «No quiere decir que el resto fueran falsos, simplemente que no teníamos datos suficientes», explican. Es aquí cuando entra en juego la Unidad de Terapia de Abusos Sexuales Infantiles (UTASI) para continuar la investigación y/o ofrecer asistencia psicológica a las víctimas confirmadas.

Cuando un posible caso llega a la UVASI lo hace con el nombre del presunto agresor incluido. «La mayoría de las veces se sospecha de alguien en concreto. Nuestra recomendación a las familias es que, mientras dure la investigación, no se presione al menor porque se puede bloquear. No deben preguntarle, sino protegerle, hacer que vuelva a la normalidad y evitar el contacto con el presunto agresor», detallan.

Por desgracia, la estadística muestra que la mayoría de los casos se producen en el ámbito familiar. De los evaluados el año pasado, en un 64,4% el agresor era un familiar; mientras que en otro 24,5% era algún conocido o amigo de la familia. «En estos casos los abusos presentan además un carácter más prolongado. Rara vez suelen ser una situación puntual», señalan los técnicos. Los desconocidos fueron poco más del 10%. Y se registraron, aunque sorprenda, cuatro casos de prostitución y corrupción de menores. El perfil de la víctima es el de una niña (60,5%), de entre 6 y 15 años (68,4%).

Datos

Niñas. El perfil de la víctima de abusos sexuales infantiles es el de una niña en el 60,5% de los casos, frente al 39,5% de los niños. Preadolescentes. La mayoría de los menores que han sufrido estas agresiones, con un 68,4% de los casos, se sitúan entre los 6 y los 15 años. Otro 22% era menor de cinco años. El agresor: un familiar. La estadística muestra que en un 64,4% de los casos valorados el agresor es un familiar de la víctima. En otro 24,5% era conocido o amigo de la familia. Poco más del 10% eran desconocidos.

Preocupación por un nuevo perfil de agresor

Abusadores menores de 14 años. Inimputables y sin reinserción. Los técnicos de la UVASI muestran su preocupación porque en los últimos dos años ha aparecido un nuevo perfil de agresor para el que carecen de medios con los que actuar. «Desde 2014 hemos visto un aumento de los agresores menores de edad, incluso de los menores de 14 años que son inimputables», explican. Este crecimiento -aún sin cifras- alarma no sólo por la ausencia de responsabilidad judicial sino, también, «por la falta de recursos especializados». En 2007, el Govern puso en marcha el programa Atura’t: una iniciativa pionera en España para intervenir en los casos de adolescentes de entre 14 y 18 años que habían cometido algún tipo de abuso o agresión sexual. «Por debajo de esa edad no encontramos nada parecido y es algo que nos preocupa», subrayan los técnicos. Los expertos analizan ahora este nuevo fenómeno en el que los agresores, además, «no tienen un perfil de víctima». En todo caso -y como ocurre de forma general en todos los casos de abuso- se trata de agresores que son al menos cinco años más mayores que sus víctimas.

http://www.elmundo.es/baleares/2015/08/31/55e3fa35e2704e414b8b456f.html

 

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